El panorama era desolador temprano a la mañana, con las calles de la ciudad desiertas, con excepción de los vehículos de la policía garantizando la seguridad.
Ramas y a veces hasta árboles casi enteros yacían en arterias muy transitadas como la Sexta Avenida, mientras que en áreas comerciales como Union Square o Grand Central las tiendas estaban cerradas.
En Manhattan, la parte más afectada era al sur de la calle 40, a partir de la cual decenas de miles de hogares no tenían electricidad.
En Battery Park, en el extremo sur, donde la crecida batió el lunes de noche, en el peor momento de la tormenta, un récord con 4,15 metros por encima de lo habitual, todavía podían verse zonas inundadas.
Manhattan estaba además prácticamente incomunicada del resto de la región, con el túnel Lincoln abierto del lado de Nueva Jersey y algunos vehículos circulando por Manhattan Bridge del lado de Brooklyn (sudeste).