POR JOSEPH TAVAREZ
En los primeros meses del año 1933, el ayuntamiento de Santiago confrontaba un serio problema por el hecho de que los campesinos sin tierra, emigrados a la ciudad y ante su imperiosa necesidad de albergue que cobijara su miseria, habían construido una tremenda y feisima ranchería a todo lo largo de la vía férrea que iba de Santiago a Moca, cuando el tren, nuestro escamoteado tren, corría todavía, dando pitazos y echando humo.
La larga ranchería, tan larga como un cinturón de miseria, se construyo sobre terrenos del Estado, en unos 2 o 3 kilómetros de largo, desde las estribaciones del Parque Imbert hasta la sección de las Totumas, y su ruinoso y antihigiénico status constituía un peligro para esa pobre gente, expuestas a accidentes del transito de las maquinas y carros del ferrocarril.
Frente a este hecho consumado, la Sanidad se dirigió al cabildo, manifestándole que, en cumplimiento de ordenes superiores y por recomendación del Presidente Trujillo, había notificado el desalojo inmediato a todos los moradores que ocupaban terrenos del Estado en esa larga faja ranchera, y sugería esa misma Oficina Sanitaria a los regidores, en vista de que el plazo concedido a esas infelices familias era de escasamente 25 días, tomar alguna providencia en favor de ellas, ya ofreciéndoles una parcela de terreno municipal o algún dinero para mudarse.
En la sesión celebrada por la Sala Capitular el 7 de Febrero de 1933, esta acogió la recomendación de Sanidad y nombro una comisión para resolver en consecuencia. Hechas las diligencias del caso, la comisión dijo haber seleccionado una parcela del señor don Simon Díaz y Díaz, por su proximidad a la ciudad y sus condiciones topográficas.
CONTINUARÁ...