La hermana Mirtha Zayas, una de cuatro religiosas encargadas de antenderle, se acercó a él y, nerviosa, le sonrió. El Santo Padre le respondió con otra sonrisa amable y le dijo, “tengo la sotana estrujada”.
La religiosa, embargada de emoción sintió en ese momento la presencia de Cristo. “Pensé que tenía al Cristo verdadero de frente.
Pensé soy su reina, porque yo soy la esposa de Cristo”, dijo la monjita en la residencia de las religiosas del Santuario del Cobre, templo que ayer continuaban visitando peregrinos de todas parte del mundo ante la presencia en Cuba del Santo Padre.